Por: Haydée Rivera González, sa
La Parroquia San Daniel Comboni es muy dinámica y hay 11 grupos de jóvenes, cada uno con sus actividades específicas, objetivos y maneras de hacer. Todo ese dinamismo es una invitación a poner manos a la obra al servicio a la Iglesia. Sin embargo, cada vez que los veía, me parecía que algo nos faltaba…
Leyendo la encíclica del Papa Francisco, Fratelli tutti, me llamó la atención el llamado a vivir profundamente la fraternidad, y es algo que me trabaja interiormente. En el número 8 de su encíclica, el Papa nos invita a “hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad”, y continua diciendo “he ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! […] Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos”. ¡Es en estas palabras que encontré la clave para mi propia vida y para el trabajo con los jóvenes de la parroquia!
Cada grupo tiene muy buenas iniciativas y da al máximo para cumplir su misión, pero a veces el espíritu de familia se pierde cuando se da únicamente para sí mismo. Cada grupo tiene sus días de encuentro, su programa, sus actividades y no tienen el tiempo para visitar otro grupo (o personas de la parroquia) o compartir un tiempo de gratuidad. Con la coordinación de jóvenes, este año escolar nos comprometimos a trabajar por la unidad, porque el individualismo que es un peligro para muchas personas en el mundo, y que impide el encuentro con el otro, es un peligro también para nosotros si nos concentramos solamente a nuestro propio grupo. El Papa nos recuerda que “en el mundo de hoy, los sentimientos de pertenencia a la misma humanidad se debilitan y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parecen ser una utopía de otro tiempo”, es un peligro al que también nosotros estamos expuestos.
Cuando nos reunimos con los responsables de los grupos, les compartimos la relectura que hacemos sobre el trabajo de los grupos y nuestro deseo de fomentar la unidad y vivir un poco más los momentos gratuitos. Todos estuvieron de acuerdo y todos se comprometieron a trabajar en ello. La reunión de apertura de actividades nos permitió conocernos más, intercambiar sobre nuestras misiones, de animarnos mutuamente y organizarnos para el trabajo a realizar.
Estoy asombrada de ver el compromiso serio con el que todos han tomado su misión y de la respuesta que todos dan a los llamados hechos por la coordinación y para los servicios de la parroquia. Todo ello me habla del deseo de unidad que existe en todos pero que a veces hay que recordarles o bien despertar en ellos para no encerrarse de nuevo en los pequeños grupos. Es para mi un llamado a vivir cada día la esperanza que “es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna” (#55).
Que el Señor nos acompañe en este camino a pesar de los inconvenientes que encontremos, como la pandemia, y que seamos capaces de contagiar la alegría y trabajar juntos por la unidad y el bien de todos, cristianos y no cristianos.
“¡Jóvenes de Comboni: todos unidos!
¡Jóvenes de Comboni: mano a mano!
¡Jóvenes de Comboni: unidos por una pastoral dinámica!”